Economía & Banca, por la Licda. Mabel Torres, 12 enero 2018.-Las tarjetas de crédito, desde sus inicios en la década de 1940 hasta hoy, se han convertido en uno de los medios de pago electrónico más importantes en nuestra sociedad. Han ido evolucionando conforme a los avances tecnológicos y proporcionan cada vez mayores beneficios en función de las diferentes formas en las que consumimos bienes y servicios.
El “dinero plástico” nos permite tener acceso electrónico a recursos que sería poco prudente llevar en efectivo. Debido a su carácter universal, las tarjetas han sido por mucho tiempo el objetivo de delincuentes que persiguen obtener la información correspondiente para clonar nuestras tarjetas y realizar consumos fraudulentos.
Como forma de proteger y mantener la confianza del público, las entidades emisoras de tarjetas de crédito han trabajado en mejoras tanto tecnológicas como de procesos de calidad y normativas, a fin de proteger, en lo posible, la información y seguridad de los tarjetahabientes.
Las entidades emisoras de tarjetas de crédito han trabajado en mejoras tanto tecnológicas como de procesos de calidad y normativas, a fin de proteger, en lo posible, la información y seguridad de los tarjetahabientes.
Tal es el caso de estándares como PCI DSS (Payment Card Industry – Data Security Standard, por sus siglas en inglés), utilizado por las entidades para fomentar el manejo adecuado y la seguridad de la información de nuestras tarjetas. El producto como tal ha evolucionado de la tradicional banda magnética y los números en relieve hacia la incorporación de importantes medidas de seguridad, tales como el Chip EMV y la más novedosa adición, NCF Contactless.
Las tarjetas con Chip EMV son hoy en día la tecnología más utilizada en nuestro país y deben su nombre a la abreviación de sus empresas creadoras (Europay, Mastercard y Visa), quienes diseñaron este estándar de forma experimental en 1994, como respuesta a la obsolescencia de la banda magnética que transmite nuestra información en formato legible y que en cierta medida hizo sencillo el incremento exponencial de fraudes y clonaciones.
En este caso, se reemplaza la banda magnética por un microprocesador que aloja la información necesaria para realizar y validar las transacciones a través de un sofisticado sistema que brinda mayor seguridad, interoperabilidad y hace casi imposible la clonación de la tarjeta. Uno de sus pocos contras, es que, si bien es mucho más seguro, es menos ágil a la hora de pagar por nuestros consumos en establecimientos comerciales.
Como forma de hacer más ágil y conveniente el proceso de pago, surge la modalidad NFC Contactless, de reciente introducción al mercado dominicano. Esta tecnología podría considerarse como la evolución del Chip EMV ó un complemento de la misma, ya que su objetivo es encontrar un balance entre seguridad y experiencia de usuario al incorporar chips de identificación por radiofrecuencia que nos permiten realizar pagos de forma conveniente solo con acercar la tarjeta a centímetros del dispositivo de pago. Este modelo de pago transmite de forma inalámbrica información que permite validar la transacción en segundos y como su nombre lo indica, sin contacto con la terminal punto de venta o veryfone.
Si bien ambos mecanismos no son infalibles, garantizan un nivel de seguridad y confianza importante en este mundo cada vez más conectado.
